La Dicha - J.L.B
Están solos, no necesitan más.
No le temen al sol ni a la luna.
Van por separado, pero se miran, se perciben.
Se acercan un poco más, un poco más.
Se ven raros el uno al otro.
Ella se pone flores en el cabello.
Él se trepa al árbol más alto (para impresionar).
Ninguno toma la iniciativa
pero ya caminan juntos.
Ninguno pregunta nada
pero ya van de la mano.
Parece que ya no pueden
vivir el uno sin el otro.
Ella (aunque el sol no le dé en la cara)
parece brillar
(como brillás vos).
Él le enseña el fuego
y ella una cueva en la playa.
Duermen abrazados y con sus labios juntos,
sus piernas se entrecruzan.
Ella a veces duerme
con un dedo de él en la boca.
Él la cuida, la peina, la baña, la acaricia.
Ella, por la noche, le dio de comer en la boca.
Se duermen
y otra vez lo hacen abrazados.
Juntos descubren cosas sin saber qué son.
Ella, por la mañana,
le dice que descubrió el Amor.
Él se queda pensando y, a la otra mañana,
luego de haberla contemplado
dormida toda la noche,
la despierta con un beso.
Pena (L7s7)
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