Doce Vampiro - Rita Lee

Ella Vaga por ahí


-¿Qué fue eso?-¿Qué fue qué?-¿No viste? Pasó junto a las cañas.-¿Qué era?-Era una niña de mediana edad, salió detrás de las piedras y entró en el cañaveral.-Estás loco.-Sí, era una niña. Tú también la viste. Te ha mirado a ti y te hiciste el desentendido.-No, qué voy a ver... Mejor, sigamos.-Nada de sigamos. Acá pasa algo y no me quieres contar.-¿Qué quieres que te cuente?-Lo que vimos, ¿entiendes? Lo que vimos nosotros dos, tú y yo.-Son cosas normales por aquí.-¿Qué son cosas normales?-Bueno, te explicaré. Lo que viste fue a Isabel, mi media hermana. No se puede acercar a nosotros ni a nadie. Ella vaga por ahí, ¿entiendes?-¿Ella vaga por ahí? ¿Cómo que vaga por ahí? ¿Es una niña y vaga por ahí?-Sí, Fenol, ella vaga por ahí, así de simple.-¿Así de simple? ¿Dejan que vague sola por el campo a una niña?-Mejor sigamos caminando.-No, explícame. ¿Está enferma? ¿Está loca?-No, Fenol, no.-¿Qué pasa, entonces?-Está muerta.-¿Qué?-Querías que te contara y te conté.-¡Pero dijiste que está muerta!-Sí, eso dije.-¡Dijiste que está muerta!-Sí, muerta, dije que está muerta y ahora nos espía.-¡Por Dios! ¡No juegues con esas cosas!-No juego, es la realidad.-De qué realidad me hablas.-Oye, Fenol, estamos en México ¿sabes?-Sí, ya sé, pero eso no quiere decir nada.-Estamos en México y hay otras realidades.-Pero estamos hablando de una niña muerta que vive.-No vive, está muerta.-Yo vi una niña correr y los muertos no corren.-Aquí sí. Mira, mejor nos sentamos bajo ese árbol y hablaremos de esto. Ven, descansemos, y deja de mirar para todos lados con cara de espanto. Isabel murió hace algunos años pero sigue aquí con nosotros, no sabemos por qué, pero sigue aquí. Así que nos acostumbramos a verla de vez en cuando y listo. ¿Qué más quieres que te diga? Hoy ha aparecido porque te vio a ti y le asomó la curiosidad. En este momento te está mirando desde aquellos arbustos. No tengas miedo. No sé hasta cuándo estará entre nosotros y quizás cuando no esté más algo pasará, no sé qué, pero uno presiente. Ella murió de muerte nomás, y al tiempo empezó a vagar por ahí.Algunos salieron a cazarla, otros se fueron del pueblo y otros no quedamos. Se inhumó el cuerpo y allí estaba, o sea que murió, y lo que anda por ahí es ella pero muerta. No se puede hablar con ella, ni tocarla, sólo se ve de lejos, no es transparente, así que no es un fantasma, no han habido milagros, así que no es milagrosa, el clima no ha cambiado, los perros no aúllan, no arrastra grilletes, su fisonomía sigue siendo la misma, no anda asustando a la gente, todo sigue igual que antes, sólo que ella vaga por ahí. Alguien una vez la sorprendió sentada a la orilla del río. Ella lo miró con cara de Gioconda y nada más. No se le notó sufrimiento alguno, así que no sufre. Bueno, vamos. Si quieres, salúdala de lejos.-¿Y tú?-No, Fenol, yo seguiré. Dile adiós, que nos vamos.-¿Y dónde esta?-Ahí, sobre la roca.-Te digo que la saludes para que no te quedes pensando y quieras volver a verla. Además es como saludar la nada. No pretendas respuesta.
Fenol miró hacia Isabel y esta inclinó levemente su cabeza.
-¡Juan, me ha saludado!, ¡Juan, me ha saludado!-Vamos, Fenol, que es tarde y pronto anochecerá.-Pero, me ha saludado.-¡Qué lugar es éste, Fenol! ¡Qué lugar! Un lugar con otras realidades.-Yo me quedo, Juan.-Pero, Fenol, si te quedas es que tú también...-Sí, Juan. Yo también.-¿Vagarás con ella?-Sí. Se la ve muy sola.-Pero, ¿cómo pudo pasar? No tuve noticias que nada te hubiera pasado.-Fue camino a Laredo. Algo cayó del cielo y me golpeó.-Pero...-Ya está, Juan. Para qué más. Tú bien sabes estamos en México y...
Se quedaron en silencio y luego rieron a carcajadas.
-Sí, tienes razón, Fenol. Estamos en México y hay otras realidades.
Sobre la roca, Isabel los miraba.
-Bueno, Fenol, me despido.-Juan, gracias por traerme hasta aquí.-Fenol, ella te estaba esperando, ¿verdad?-Sí, Juan, hace años me espera y he venido por ella.-¿Te la llevas?-Quédate tranquilo. Estará bien.-Si puedes, dile a Isabel que...-Le diré, Juan, le diré.-Adiós Juan.-Adiós Fenol.
Fenol corrió hacia la roca, la salto con agilidad y desapareció. Juan tuvo ganas de correr también y saltar sobre la roca pero algo lo detuvo. Volvió sobre sus pasos y retomó el sendero hacia el pueblo.

Una ráfaga de viento le entró por la boca, le revolvió la cabeza, le bajó por la garganta, le estrujó el pecho y le sacudió el estómago. Sintió como si dos pájaros anidaran dentro de él. Con sus dos manos los aquietó. Cuando se repuso, corrió hacia la roca donde ya no estaban, lloró por segunda vez en su vida y se sintió bien.
Volvió silbando al pueblo y, al acercarse, escuchó repicar las campanas de la capilla.
Algo había cambiado, lo sabía.
El Gran Samurái

2 comentarios:

Patricia 333 dijo...

estamos en México ¿sabes?-Sí, ya sé, pero eso no quiere decir nada.-Estamos en México y hay otras realidades.-

México, mi querido México

Si es verdad hay otras realidades

Un abrazo desde Este México

Pena, Clpaxtix, TinaG, Dana, No, Sena, Qpela. dijo...

Si Patricia y espero que te haya gustado.
Pena